Carlos Alberto Rosales Mendoza, el narcotraficante que encabezó el comando armado que asaltó el penal de Apatzingán, es originario de la comunidad de El Naranjito, en el municipio de La Unión, en la Costa Grande del estado de Guerrero, vecino de Michoacán.
Una nota del periódico Reforma de la ciudad de México ubica la fecha de su nacimiento el 12 de febrero de 1963, y que también se le conoce como El Tísico, El Prieto o El Carlitos.
Rosales es propietario del rancho El Capire, ubicado en el entronque a La Unión con rumbo a la playa. Se dice que esta propiedad funciona como centro de operaciones de embarque y desembarco aprovechando la conexión del río con el mar, cerca de la barra y que la mercancía se traslada a bordo de lanchas.
Fuentes policiacas revelaron que cada operación es resguardada por efectivos –o ex efectivos– de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), con sede en Zihuatanejo y por agentes de la Policía Judicial del Estado con destacamento en La Unión.
Actualmente ni su hermano Nicandro Rosales Mendoza se ha dejado ver por el rancho, sólo los peones que acuden a trabajar.
Hace ya casi un año que los lugareños dejaron de ver a Carlos Rosales, luego de que el 5 de febrero de 2003, en un palenque de gallos en La Unión, golpeó con su pistola a un muchacho, hermano de la entonces oficial del Registro Civil en la administración del priísta Cervando Ayala Rodríguez.
Según testigos, el joven, de la comunidad El Limón, pretendía retirarse y le hizo señas a quienes venían con él para salirse del lugar, pero Rosales Mendoza interpretó mal los ademanes y golpeó al joven con su pistola.
Con él estaba un grupo de judiciales al mando del entonces comandante de esa plaza, al que después de este incidente la Procuraduría General de Justicia en el estado cambió al puerto de Acapulco, aunque la versión inicial era que sería cesado.
Las características físicas del jefe policiaco son de aproximadamente 1.80 de estatura, piel blanca, cabello cano y ojos claros. Era cercano al ex comandante Federico Peredo Jiménez, el controvertido jefe policiaco recién retirado que acumula una decena de recomendaciones de la Codehum por tortura y desaparición forzada de personas.
Días después, en la comunidad de Petacalco, en donde tiene su domicilio particular, Carlos Rosales organizó una fiesta en la azotea del segundo nivel desde donde abrieron fuego con un rifle Ak-47 hacia la planta termoeléctrica Plutarco Elías Calles, resultando un marino herido.
Las investigaciones de la AFI llevaron a asegurar ese domicilio en febrero del año pasado y desde entonces el narcotraficante se retiró de la región, en la cual se supo de él hasta ahora con la noticia del asalto al penal de Apatzingán.
En Petacalco, Carlos Rosales ha creado fama de ser un capo “pesado” porque saben que una de sus actividades es contratar a ex agentes de la AFI que tienen entrenamiento para todo tipo de asaltos y operaciones de combate, así como a ex agentes judiciales para que trabajen como sicarios.
No se tienen reportes de alguna operación policiaca en la región para dar con su paradero, después de los hechos de Apatzingán tras los cuales fueron liberados 19 reos, entre ellos cinco señalados como sicarios del Cártel del Golfo.
A este grupo, cuyo máximo jefe, Ossiel Cárdenas, se encuentra detenido en el penal de máxima de seguridad de La Palma, pertenece Carlos Rosales. En la nota de Reforma aludida, publicada este miércoles, se dice que “durante años y sin ruido Rosales se hizo de una fortuna sospechosa que incluía el rancho La Peña, en Tancítaro; un hotel en el puerto de Lázaro Cárdenas y otro que empezó a edificar en Morelia, ciudad donde presuntamente estaba empleando prestanombres para construir gasolineras.
Rosales, sigue el diario, hizo su fortuna a la sombra de Armando valencia El Maradona, el capo del Cártel del Milenio, capturado el año pasado en Guadalajara. “El mismo Valencia, cuando lo detuvieron, reconoció que tuvieron una relación de amistad. Pero se acabó hace más de un año”.
En 2001, siempre según la nota de Reforma, había regresado a Michoacán y realizó una operación de cacaína con Carlos Rosales, misma que resultó fallida. Aparentemente fue el motivo para que El Carlitos lo mandara a ejecutar el 18 de febrero del 2002 en Morelia, junto con Yolia Rieder Espinoza, Ana Olimpia Guzmán y Adalberto Bejines Prado.
Para entonces, Rosales había conocido en Monterrey a Osiel Cárdenas, capo del Cártel del Golfo, se hicieron compadres y luego socios. El cambio de bando tuvo como consecuencia una ola de ejecuciones en Jalisco y Michoacán que en los últimos 18 meses cobró la vida de 16 familiares de Armando Valencia.
Otra situación que hizo más cruenta esta guerra fue que Armando Valencia se juntó y tuvo un hijo con Inés Hernández Oceguera, quien en el pasado fue mujer de Rosales y también tiene un hijo de este traficante.
Reforma destaca que a Rosales ya le siguen la pista tanto en México como Estados Unidos, y confirma que el Ejército intervino una de sus casas en Petacalco, aunque menciona que ello ocurrió el 19 de abril de 2002.
Hoy su principal rival es el michoacano Rafael Vargas Oceguera, compadre de El Maradona, y quien supuestamente está relacionado con bandas internacionales. (De la Redacción).
SURACAPULCO.COM.MX
1 comentarios:
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