jueves, septiembre 17, 2009

LA FUGA DEL CHAPO

DE PUENTE GRANDE A LA LISTA DE FORBES

El 19 de enero de 2001, Joaquín Guzmán Loera, 43 años, originario del pequeño poblado La Tuna, en Badiraguato, Sinaloa, se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande, Jalisco. Cumplía entonces ocho años de encierro.

Cuando salió de la prisión era adicto al sexo. Apenas tenía estudios de tercero de primaria. Lo asienta el expediente de la causa penal número 16/2001-III, de la cual tiene copia Reporte Índigo. No tenía territorios, ni liderazgo. No tenía nada.

Hace apenas unos años, el procurador foxista Daniel Cabeza de Vaca, actual subsecretario de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de Gobernación, dijo que “El Chapo” ya no estaba operando. Más aún, que se encontraba aislado y que estaban a punto de atraparlo.

Ocho años después de su fuga, “El Chapo” continúa libre y es el líder insignia del Cártel de Sinaloa. A sus 51 años, es uno de los 701 hombres más ricos del mundo. La revista Forbes calcula su fortuna en mil millones de dólares.

“Y ahora hasta las revistas no sólo se dedican a atacar, a mentir sobre la situación de México, sino a exaltar a los criminales, que en México lo consideramos un delito, que es apología del delito”, afirmó el presidente Felipe Calderón el 12 de marzo, un día después de que la revista estadounidense hiciera pública la inclusión de “El Chapo” en su codiciada lista.

Sin duda, el primer mandatario tiene razón. Pero más allá de su reacción, la gran pregunta es por qué en su equipo de gobierno y en el Banco de México hay cinco funcionarios públicos cuyos nombres aparecen en los expedientes de la fuga del narcotraficante de Sinaloa.

Son los funcionarios que en 2001 dirigían las instituciones responsables de prevenir e impedir la escapatoria de quien entonces “no era nada” y hoy aparece en la lista de billonarios de Forbes.

Algunos de esos funcionarios, como Jorge Tello Peón, el último que vio a “El Chapo” en Puente Grande el día de su fuga, hoy ocupan puestos estratégicos para la seguridad nacional.

Reporte Índigo tiene en su poder los expedientes de las investigaciones de la fuga. En ellos se documentan corrupción, irregularidades y sospechas. Conócelos.

‘EL CAPO DEL SEXENIO’

Desde su fuga, “El Chapo” es llamado “El Capo del Sexenio”. Cuando fue detenido en 1993, era sólo un peón del Cártel de Sinaloa. Pero cuando salió de Puente Grande, pasó a ser uno de los líderes de la organización criminal junto con Ismael “El Mayo” Zambada e Ignacio Coronel Villarreal.

Su libertad provocó un reacomodo en las bandas del narcotráfico y hoy encabeza la guerra más cruenta que se haya visto en la historia del país por la disputa del territorio con los hermanos Beltrán Leyva (sus antiguos socios), Los Zetas y el Cártel del Golfo.

El año pasado, José Luis Santiago Vasconcelos, entonces subprocurador de Asuntos Jurídicos e Internacionales, afirmó que “El Chapo” había quedado prácticamente inmovilizado. Eran los primeros meses del gobierno de Calderón.

Se le habían decomisado decenas de aviones, vehículos terrestres y marinos, así como 5 millones de dólares. Una cifra ridícula, si se compara con los mil millones de dólares que tiene, según lo publicado por Forbes.

Apenas en enero de este año, el procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, declaró, como lo hizo Cabeza de Vaca en 2005, que el capo mexicano “ya no opera”. “Es ahora solamente una figura emblemática”, aseguró.

Reporte Índigo tiene en su poder las declaraciones ministeriales rendidas por los testigos de la fuga de “El Chapo” Guzmán, las cuales se encuentran en la causa penal número 16/2001-III.

A través de ellas, se descubre información clave sobre quiénes son los presuntos responsables de su fuga. Los que no impidieron su escapatoria pese a tener la información meses antes de su huida.

Si “El Chapo” no se hubiera fugado entonces, difícilmente estaría en la famosa lista de millonarios del mundo.

Los documentos evidencian la participación de funcionarios de los sexenios de Ernesto Zedillo y Vicente Fox. Cuatro de ellos actualmente están activos con cargos en el gobierno federal.

Jorge Tello Peón, titular del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) en 1999, fue subsecretario de Seguridad Pública a finales del sexenio de Zedillo y principios del gobierno de Fox. Desde el 19 de octubre de 2008, es el asesor del presidente Felipe Calderón en seguridad nacional.

Enrique Pérez Rodríguez fue director adjunto de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación a fines del gobierno zedillista y titular del área (dependiente de la Secretaría de Seguridad Pública) a principios de la administración de Fox. Actualmente es delegado del ISSSTE en Veracruz.

Alejandro Alegre Rabiela fue director del Cisen en los últimos meses del sexenio de Zedillo. Actualmente es director de Seguridad del Banco de México.

De acuerdo a los testimonios que aquí presentamos, estos hombres supieron con anticipación que “El Chapo” tenía el control del penal de Puente Grande a través de redes de corrupción. Pero lejos de combatirla, los testimonios revelan que no emprendieron acción alguna para impedirla. Y nunca fueron sancionados por ello.

LA NEGLIGENCIA

El 4 de enero de 2000, Guadalupe Morfín, comisionada de Derechos Humanos de Jalisco, tuvo información de primera mano sobre el control que ejercía “El Chapo” en Puente Grande.

La dio a conocer a las autoridades correspondientes. Las denuncias provenían de custodios que no querían formar parte de esa corrupción y eran presionados por el narcotraficante.

Durante todo el año 2000, Morfín presentó la queja ante José Luis Soberanes, titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y ante la Dirección General de Prevención y Readaptación Social, que entonces dependía de la Subsecretaría de Seguridad Pública de la Secretaría de Gobernación, cuyo titular era Jorge Tello Peón. Pero nadie hizo nada hasta que fue demasiado tarde.

“(…) Quiero denunciar hechos posiblemente constitutivos de delito. El cuatro de enero del dos mil un Oficial de Prevención del CEFERESO dos de Puente Grande Jalisco, al que luego se sumaron otros, acudió a las oficinas de la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ), a presentar queja por hostigamiento laboral, debido a que no cedía a presiones institucionales para corromperse.

“Por ser asunto de competencia federal, la queja se turnó a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. A lo largo del año 2000, como lo compruebo con los oficios que anexo (P/CEDHJ/114, anexo1, y 161, anexo2, del 5 de septiembre y 13 de noviembre, respectivamente), hice varias gestiones para que la queja no se archivara como asunto meramente laboral.

“Acompañé a esos oficios de copias de actas circunstanciadas levantadas por visitadores de la CEDHJ (anexo1, bis y anexo3 y 4). Mi insistencia obedeció a que consideré que el asunto debía ser calificado como un hecho presuntamente violatorio de derechos humanos y no archivarse como un asunto meramente laboral, como lo pretendía la CNDH, según se desprende de los oficios de respuesta que posteriormente nos mostraba el quejoso inicial, Felipe Leaños Rivera (…)”, señaló Guadalupe Morfín en su declaración ministerial rendida el 20 de enero de 2001, un día después de la fuga de “El Chapo”.

“(…) También se asienta que el 7 de noviembre de 2000 nuevamente compareció Felipe Leaños, esta vez en compañía de Claudio Julián Ríos Peralta, quienes señalaron que dos de sus compañeros habían sido golpeados por personal del CEFERESO: Manuel García Sandoval y José Luis García Gutiérrez.

“Anexo también (anexo6) un comunicado interno que me dirige el 26 de septiembre de 2000 el entonces secretario Ejecutivo de la CEDHJ donde me informa de una llamada del Tercer Visitador de la CNDH, en la que hizo de su conocimiento las gestiones realizadas con motivo de la queja ante el Director General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación (entonces el director era Miguel Angel Yunes).

“El 16 de enero de 2001 busqué al titular del organismo nacional de derechos humanos para hacerle saber que el quejoso Felipe Leaños estaba preocupado por la intención de archivar su queja en lo que se refiere al aspecto laboral por considerarlo solucionado, dado que temporalmente fue cambiado un jefe de seguridad, intención que le fue comunicada por la Tercera Visitaduría de la CNDH (no anexo ese oficio, pero lo tuve a la vista), con la promesa, sin embargo, de efectuar algunas visitas al CEFERESO y, en caso necesario, hacer algunos pronunciamientos.

“El quejoso inicial y sus compañeros Claudio Julián Ríos Peralta y Salvador Moreno Chávez reportaron a personal de la CEDHJ que los cambios prometidos por la Secretaría de Gobernación fueron solo temporales y que inmediatamente tomaron el control otra vez quienes los presionaban para entrar en la corrupción a fin de dar un trato de privilegio a los jefes del narco recluidos en diversos módulos, declaró Morfín.

“El 17 de enero pidieron verme con urgencia los oficiales de prevención Claudio Julián Ríos Peralta y Salvador Moreno Chávez, visiblemente conmovidos. La síntesis de su reclamo central es la presión que han venido sufriendo de parte de las autoridades del CEFERESO para entrar en un sistema de corrupción que dé trato de privilegio a los jefes del narco internos.

“Relataron que el 15 de enero llegaron a hospedarse en el Hotel Lafayette los visitadores de la CNDH quienes llamaron a Claudio Julián Ríos Peralta y le pidieron que los llevara con los otros quejosos custodios, a quienes presionaron para que se desistieran de la queja; no recuerdo con precisión qué medios utilizaron para hacerlo.

“Me manifestaron que, como consecuencia de ello, solo tres se sostuvieron en su queja ante la CNDH. Relataron también cómo fueron segregados la noche del 16 cada uno por separado en el CEFERESO y llamados a la Dirección, donde fueron confrontados uno por uno hasta altas horas de la madrugada (usaron el término de la tortura psicológica) por los visitadores de la CNDH con las autoridades penitenciarias.

“Los querían hacer titubear, dijeron, sobre su afirmación de que se estaban haciendo mejoras físicas en los módulos destinados para quienes ellos identifican como capos. Era evidente, dijeron, la molestia de los visitadores de la CNDH porque los quejosos habían acudido a la CEDHJ.

“En la Dirección del Centro estaban presentes, durante estas diligencias, según refirieron, el director Leonardo Beltrán Santana, el subdirector jurídico del centro, el licenciado Enrique Pérez, director General de Prevención de la Secretaría de Seguridad Pública y los visitadores de la CNDH”.

Morfín afirmó que entonces llamó al secretario de Gobernación Santiago Creel para hacer de su conocimiento directo los hechos ocurridos a los custodios. Pero no tuvo respuesta. También llamó a Alejandro Gertz Manero, quien era secretario de Seguridad Pública.

“La mañana del día 19 me habló Jorge Tello Peón desde su celular, supongo, para informarme que estaba en Guadalajara para investigar el caso del CEFERESO.

“A mi pregunta de su cargo (yo lo hacía en el Cisen) me aclaró que era prácticamente el subsecretario de Seguridad Pública y que el Dr. Gertz lo había enviado con la encomienda de investigar lo por mí relatado. Me pidió que lo recibiera, a lo que accedí de inmediato, pero me dijo que iba rumbo al CEFERESO ya.

“Le sugerí que se devolviera, que era importante que primero hablara conmigo. Me dijo que ya iban por El Salto. No le hace, le dije, devuélvase. Dijo que tenía sentido mi petición. Preguntó algo si sabían dónde estaba mi oficina.

“Dije ‘¿Perdón?’, por no saber si se dirigía a mí. ‘No’, me contestó. ‘Le estoy preguntando al Director del Centro, que viene conmigo’. ‘¿Me está diciendo que con usted viene Leonardo Beltrán Santana?’, exclamé sorprendida. ‘Sí’, dijo, ‘pero él no entraría a su oficina; me esperaría afuera’”.

Morfín dijo: “Me enojé y le dije que estaba exponiendo mi seguridad, que no tenía nada que informarle, que no lo recibiría y colgué. Volví a intentar hablar con Gertz Manero para expresar mi extrañamiento por los modos de investigar de su gente, haciéndose acompañar de alguien que participó en las reuniones mencionadas, donde se presionaba a los custodios”.

La comisionada estaba muy molesta. Por los testimonios de los custodios, tenía claro que Beltrán Santana, e incluso Enrique Pérez Rodríguez, tenían puntual conocimiento del problema y presuntamente eran parte del mismo. Y Tello Peón no lo desconocía.

LA COMPLICIDAD DE ENRIQUE PÉREZ RODRÍGUEZ

El 9 de febrero de 2001, Antonio Aguilar Garzón, subdirector de Seguridad y Custodia Interna de Puente Grande, rindió su declaración. Su testimonio terminó de hundir a Pérez Rodríguez. Pero nunca fue sancionado.

Señaló que en enero del año 2000, ingresó como supervisor de Seguridad y Traslados de la Dirección General de Prevención. Desde ese puesto se enteró de la corrupción en Puente Grande y la denunció frecuentemente a sus superiores. Pero sus jefes no hicieron nada. Concretamente Pérez Rodríguez.

“…se permitía la introducción al interior de CEFERESO de prostitutas, licor, drogas entre ellas cocaína y alimentos procedentes de restaurantes, celulares, con destino a los internos de nombres Joaquín Guzmán Loera alias ‘el Chapo Guzman’, Héctor Luis Palma Salazar alias ‘el güero palma’, Arturo Martínez herrera alias ‘el texas’ y Mariano Morales, señalándome que estas irregularidades se daban en los dos CEFERESOS desde mayo de mil novecientos noventa y nueve.

“(…) todas estas irregularidades se las hice del conocimiento en forma verbal a mi jefe, el Licenciado Mario Balderas Alvarez, quien me señaló que ya lo había informado al Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, quien en los primeros meses del año dos mil, tenía el cargo de Subdirector General Adjunto de la Dirección General de Prevención y Readaptación Social (…).

“(…) de estas irregularidades, entre enero y febrero del año próximo pasado, se las comenté al Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, quien me contestó que la administración que encabezaba el Licenciado Miguel Angel Yúnes Linares, era la que más personal de CEFERESOS había puesto a disposición de las autoridades competentes por irregularidades y que mi comentario, haciendo mención de las personas que me informaron, lo hiciera en ‘blanco y negro’, refiriéndose creo yo a hacerlo por escrito, lo cual no lo hice, ya que sabía que no habían puesto a nadie a disposición de la autoridad (…)”, declaró Aguilar Garzón.

En ese entonces, el jefe de Enrique Pérez Rodríguez y Miguel Ángel Yunes era Jorge Tello Peón. Era el último año del sexenio de Ernesto Zedillo y todos estaban en la Secretaría de Gobernación. Aún no se creaba la Secretaría de Seguridad Pública, dependencia que entró en funciones en el sexenio de Vicente Fox.

“(…) para el mes de mayo del año dos mil es designado como Director General de Prevención y Readaptación Social de la Secretaría de Gobernación (llegó a sustituir a Yunes), el Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, motivado por los comentarios que le había realizado al antes mencionado, fue que en los últimos días del mes de agosto de año dos mil, me comisiona en compañía de mi jefe Mario Balderas Alvarez a investigar las irregularidades del CEFERESO dos de Puente Grande Jalisco, para lo cual antes de trasladarme a dicho Centro me comuniqué vía telefónica con algunos excompañeros de dicho Centro, quedándonos de ver en el centro de la ciudad de Guadalajara y por lo que respecta al Licenciado Balderas Alvarez sería el que ingresaría al CEFERESO (…).

“(…) una vez en esa ciudad, me entrevisté con estos, quienes me confirmaron que el Subdirector Samuel Salcedo Enriquez, con otros empleados de seguridad externa, eran los encargados de hacer llegar desde la ciudad de Guadalajara al CEFERESO, después de las diez de la noche a prostitutas para Joaquín Guzmán Loera alias ‘El Chapo Guzmán’, Héctor Luis Palma Salazar alias ‘el güero palma’, Arturo Martínez Herrera alias ‘el texas’ y Mariano Morales, que el comandante Ochoa, quien se desempeñaba como adjunto de Dámaso López Núñez, hacía llegar alimentos y licor para los internos antes señalados (…).

“(…) que el comandante de apellido Vizcaíno, era el encargado de reunir el dinero que pagaban los internos por los privilegios recibidos (…)”, afirmó Aguilar Garzón en la declaración ministerial que rindió sobre la fuga.

“(…) al día siguiente realice un reporte por escrito, de mi puño y letra, dirigido al Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, el cual contenía una descripción detallada de las irregularidades que existían en el CEFERESO de Puente Grande Jalisco, el cual entregue al Licenciado Mario Balderas, quien me señaló que dicho informe se lo entregó de propia mano al Licenciado Enrique Pérez Rodríguez; posteriormente el día quince de septiembre del año dos mil, el Licenciado Enrique Pérez Rodríguez me indico que nos trasladaríamos al CEFERESO de Puente Grande, para corroborar las irregularidades que se le habían mencionado(…).

“(…) siendo aproximadamente las ocho horas del día dieciséis de septiembre, ingresó al CEFERESO el comandante de seguridad interna de apellido Cambron, quien llevaba una valija, por lo que el comandante Damaso López Nuñez, se la pidió, la cual me fue entregada para su revisión, conteniendo en su interior vitaminas de diferentes clases y marcas, dinero en efectivo, sin recordar la cantidad exacta pero eran más de cinco mil pesos, un documento al parecer un pagaré, por lo que le informé al Licenciado Pérez Rodríguez de lo sucedido, quien me indicó que esta persona fuera llevado a la sala de juntas de la Dirección, ordenándome que fuera a revisar el vehículo de este comandante, al cual sólo le realicé una revisión exterior, sin recordar por el momento la marca de este vehículo, pero era un modelo noventa y dos, con rines de aluminio y llanta ancha, observando que traía un buen equipo de sonido (…).

“(…) posteriormente en la sala de juntas, se reunieron el Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, el Licenciado Leonardo Beltrán Santana, el comandante Damaso López Núñez y yo, en donde se cuestionó al comandante Cambron de los objetos que se le habían localizado (…)”, dice el testimonio de Aguilar Garzón.

“Asimismo se hizo una revisión al locker en donde el comandante Cambron tenía sus objetos personales, detectándosele pastillas, de las cuales refirió que eran viagra femenina y masculina, lubricantes vaginales, óvulos, anticonceptivos, inyecciones anticonceptivas, diversos medicamentos para infecciones vaginales, con posterioridad revisé el interior de su automóvil en donde se localizó unas cuarenta o cincuenta pastillas psicotropicas, desconociendo la marca (…).

“(…) al cuestionar al comandante Cambron de los objetos localizados, manifestó que él los introducía para un interno de apellido Valencia Fontes, quien era la persona que se los encargaba y que en estas irregularidades él solo estaba involucrado, procediéndose a levantar un acta administrativa de los hechos ocurridos (…).

“(…) aproximadamente a las catorce horas el Licenciado Enrique Pérez Rodríguez me señaló que no había elementos para consignar al comandante Cambrón y que por lo tanto solo le iban a solicitar su renuncia y que lo íbamos a retirar del Centro”, declaró Aguilar Garzón.

El 27 de septiembre de 2000, Antonio Aguilar Garzón fue nombrado por el propio Enrique Pérez Rodríguez como subdirector de Seguridad y Custodia interna del penal de Puente Grande. Pero no le dio apoyo para imponer disciplina. Incluso le llamó la atención por haber castigado a Héctor Luis “El Güero Palma”. Duró como subdirector sólo dos meses.

Aguilar Garzón declaró que propuso a Pérez Rodríguez la separación definitiva de comandantes corruptos de Puente Grande y le dio la lista de 25 empleados del CEFERESO que también estaban implicados en las irregularidades.

“(…) quien me señaló que eso lo veríamos con posterioridad, recomendándome que en lo que faltaba de la administración mantuviera al Centro en calma y sin ningún problema y que los demás cambios se harían cuando llegara la nueva administración, recalcándome que no me metiera con ningún interno (…).

“(…) al día siguiente, martes diez de octubre, siendo aproximadamente las once horas, el Licenciado Leonardo Beltrán Santana, me mandó a llamar a su oficina, a la cual arribé y éste me comentó que el Licenciado Enrique Pérez Rodríguez, le había llamado por teléfono comentándole que estaba recibiendo llamadas anónimas a su celular, en las que le decían que ‘le bajara de huevos o que iba a valer madre’ (…).

“(…) esto porque según nos estábamos poniendo muy ‘roñosos’ en Puente Grande, comentando el Licenciado Leonardo Beltrán Santana, que él también estaba recibiendo estas llamadas telefónicas a su celular, por lo cual me propuso que flexibilizáramos más las medidas de seguridad del CEFERESO (…).

“(…) me señaló que era necesario que los internos pudieran comunicarse, tener un alimento de mejor calidad, tener el estímulo de una relación sexual y otros pequeños estímulos que no afectaban en nada la seguridad del Centro (…).

“(…) le volví a reiterar de quién estábamos hablando, respondiendo que los privilegios eran para Joaquín Guzmán Loera alias ‘El Chapo Guzmán’, Héctor Luis Palma Salazar alias ‘el güero palma’, Arturo Martínez Herrera alias ‘el texas’ a lo que volví a negarme en forma franca y abierta a su invitación diciéndole que conmigo no contara (…)”, declaró Aguilar Garzón.

Después de rendir su declaración, Antonio Aguilar Garzón murió en un accidente automovilístico en la carretera México-Cuernavaca.

EL CISEN SABÍA DE LA FUGA

Desde 1999, el Cisen tenía elementos dentro del penal de máxima seguridad. Así lo afirmaron los custodios del penal en sus declaraciones.

Estaban en los pisos C y D del centro de readaptación social. Y según lo dicho por los custodios, estaban al tanto de todo lo que pasaba en el lugar.

El 11 de octubre de 2000, el agente del Cisen conocido al interior del penal como “César Andrade” (su nombre real era Carlos Arias) afirmó que ya había mandado una tarjeta a sus superiores para ponerlos al tanto de la forma en que “El Chapo” Guzmán y su compadre Héctor Luis “El Güero Palma” se habían apropiado del penal.

En esa fecha, el titular del Cisen era Alejandro Alegre, hoy funcionario del Banco de México.

“(…) al salir de esta reunión con el Director, me trasladé a mi oficina, pero en el camino a esta me encontré con el compañero Carlos Arias, del CISEN, a quien en el CEFERESO se le conoce como Cesar Andrade, comentándole que el Licenciado Leonardo Beltrán Santana me había invitado a corromperme, pero que no había aceptado su propuesta, pidiéndole que me ayudara a hacer una tarjeta informativa y se las enviara a sus jefes para que estuvieran enterados de las irregularidades que se estaban llevando a cabo en el CEFERESO, para lo cual le comenté todos los detalles de la conversación que sostuve con el Licenciado Leonardo Beltrán Santana, quien tomó nota (…)”, declaró Antonio Aguilar Garzón al continuar su relato de lo que pasó después de su encuentro con Beltrán Santana.

“(…) siendo aproximadamente las veintitrés horas de ese día (11 de octubre del 2000), Carlos Arias acudió a mi oficina y me comentó que ya había mandado la tarjeta informativa de los hechos que le había señalado a sus jefes y que estos ya tenían conocimiento”, afirmó Aguilar Garzón.

Esa plática tuvo lugar tres meses antes de la fuga de “El Chapo”.

El jefe del Departamento del Centro de Control de Puente Grande, Guillermo Paredes Torres, afirmó en su ampliación de declaración que en diciembre del año 2000, siendo Eduardo Medina Mora titular del Cisen, “Armando Ruiz” y otros elementos del Cisen adscritos al penal le preguntaron sobre la corrupción que había al interior del reclusorio.

“(…) por lo que a grandes rasgos les comenté cómo estaba ese problema y les dije que la situación era muy delicada, ya que continuamente nos presionaban y que por ello nosotros no podíamos hablar directamente de todo lo que ocurría, por lo que posteriormente éstas mismas personas me dijeron, que habían hablado con su jefe el ingeniero HUMBERTO al parecer de apellido MARTÍNEZ, a quien le habían explicado el asunto de la corrupción y que él les dijo que si yo quería externar algo al respecto que me dirigiera a él, pero yo nunca lo hice por temor a represalias”, declaró Paredes Torres.

“Que diga si en el CEFERESO hay personal del CISEN”, preguntó el ministerio público al custodio Juan Gerardo López Hernández en su declaración rendida el 25 enero de 2001.

“Que sí hay personal de CISEN, desconozco específicamente sus actividades, pero que el análisis de las llamadas telefónicas de los internos y del personal así como realizar las grabaciones de conversaciones en visita familiar, que el jefe al parecer es la persona de nombre CESAR ANDRADE, en ocasiones me tocó abrirles el área de comunicaciones y se quedaban toda la noche incluso hicieron instalaciones en diversas áreas del centro, con el objeto de realizar dichas actividades”, respondió el custodio.

De acuerdo a las declaraciones ministeriales, nunca se llamó a rendir testimonio a los elementos del Cisen adscritos al penal a pesar de que su declaración era vital para saber cómo se había fugado “El Chapo”.

LA MISTERIOSA VISITA DE TELLO PEÓN

El 19 de enero de 2001, a las 12:55 horas, arribó Jorge Tello Peón al penal de Puente Grande acompañado por Enrique Pérez Rodríguez, director general de Prevención, y dos funcionarios de la Policía Federal Preventiva (PFP).

Entre ellos estaban el coordinador de Inteligencia Nicolás Suárez Valenzuela y Humberto Martínez, director de la PFP. De acuerdo a los registros del penal, salieron a las 13:46 horas.

En ese entonces, trabajaban en la PFP Wilfrido Robledo Madrid y el actual secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna. Humberto Martínez es hoy uno de los hombres más cercanos al titular de la SSP.

Durante su estancia, Tello Peón visitó el Centro de Control desde donde se monitorea todo el penal. Pese a que era un área restringida, sacó al personal responsable.

“(…) más tarde aproximadamente a las 13:30 (trece horas con treinta minutos), llegó en visita oficial Tello Peón y un Coordinador del que no recuerdo quien era, entraron, directamente al fondo del Centro de Control en donde yo me encontraba, permanecieron por aproximadamente 3 (tres) minutos, murmuraron algo entre sí (…)”, testificó el 26 de enero de 2001 el custodio Juan Carlos Sánchez, adscrito al Centro de Control de Puente Grande.

“Aproximadamente a las 14:00 (catorce) horas salí a comer al comedor del CEFERESO de Puente Grande y regresé como a las 14:50 (catorce horas con cincuenta minutos) a Centro de Control, momento en que el Comandante Guillermo Paredes me comisionó para que trasladara al señor Arturo, del CISEN, a la nueva Central Camionera de Guadalajara, replicándole al Comandante que estaba raro que me mandara a mí, contestándome el Comandante Armando Ramírez Mejía, que no anduviera diciendo que qué raro y que me fuera (…).

“(…) por lo que, antes de salir con rumbo a la Central Camionera, pasé al Dormitorio del personal de seguridad en donde se encuentran los lockers para recoger mi cartera y mi licencia de conducir y al hacerlo, me percaté que en el dormitorio se encontraban aproximadamente 15 personas de seguridad interna, vestidos con uniformes de Seguridad externa de color negro y el personal de seguridad externa ya se encontraba uniformado y repartido en el interior del CEFERESO, lo que me causó extrañeza (…)”, añadió el custodio Juan Carlos Sánchez.

Fue él quien reveló que los videos de ese día del Centro de Control, en los cuales se grabó la salida de Tello y su séquito, fueron manipulados.

“(…) regresando a Centro de Control del CEFERESO como a las 17:00 (diecisiete horas), siendo requerido, en ese momento, por la compañera Virginia Luna Manzo, para que me acercara al sistema de acceso por tarjeta electrónica ‘morpho touch’, para que me explicara cómo imprimir el informe diario para enviarlo a la ciudad de México, por lo que yo le pedí que mejor capacitara al compañero Alvaro Ortega Alvarado (…).

“(…) en ese momento nos percatamos que los videos se estaban regresando por lo que le dije a Joel Villalobos Anzaldo o Alvaro Ortega que cambiara los videos porque los que estaban se habían terminado, que pusiera nuevos, interviniendo Gerardo López Hernández quien dijo que dejáramos ahí, que no sabíamos lo que él estaba haciendo.

“Aproximadamente a las 19:00 (diecinueve) horas, el Comandante Guillermo Paredes, me informó que estuviéramos pendientes en la cámara del retén “A”, para ver cuando llegara la visita oficial, porque esperaban que regresaran (…) más tarde, como a las 24:30, veinticuatro horas con treinta minutos, el Comandante Felipe de Jesús Díaz me dijo que no encontraban a Joaquín Guzmán Loera alias el Chapo Guzmán, por lo que me quedé en espera de instrucciones”, continuó Juan Carlos Sánchez.

“(…) quiero precisar que aproximadamente a las doce horas con cuarenta y cinco minutos del día de la fuga, esto es, momentos después de que el licenciado Tello Peón había salido del centro de control ya que acababa de revisarlo, nos quedamos todos los de la segunda compañía y yo en el centro de control, en donde Juan Carlos Sánchez nos comentó a todos, que había escuchado que el licenciado Tello Peón le había dicho a alguien, pero no recuerdo a qué persona, que ese día no íbamos a salir del penal, lo cual nos causó extrañeza ya que no encontrábamos ninguna razón de peso para que ello ocurriera, pero después no se hizo ningún comentario al respecto (…)”, declaró el custodio Guillermo Paredes Torres.

Jorge Tello Peón fue citado a declarar semanas después del escape de Joaquín Guzmán Loera. Afirmó que el 19 de enero de 2001, cuando visitó el penal, contaba “con información concreta sobre una posible fuga”. Por ello, a su salida del reclusorio, recomendó que “El Chapo” fuera trasladado a otra celda.

Pese a la situación, no organizó un operativo inmediato para el resguardo del penal y sus presos. Ese mismo día, unas horas después de la visita de Tello Peón, Guzmán Loera escapó.

¿LENTITUD O COMPLICIDAD?

Enrique Pérez Rodríguez rindió su declaración hasta el 11 de febrero del año 2001, casi un mes después de la fuga de “El Chapo”. Su testimonio revela que la lentitud y la negligencia aplicadas para combatir la corrupción en el penal, fueron las mismas que utilizó para buscar al capo.

Señaló que a la una de la mañana del 20 de enero de 2001 recibió la llamada de Leonardo Beltrán Santana, quien le informó que no encontraban a “El Chapo” Guzmán en el penal. Y en vez de encabezar un operativo de emergencia, Pérez Rodríguez le pidió que lo llamara en media hora para ver si ya lo habían localizado.

Beltrán Santana le volvió a llamar como a la 1:30. Hasta ese momento, Pérez Rodríguez llamó a Jorge Tello Peón.

Tello Peón tampoco reaccionó rápido. En vez de girar órdenes para armar un operativo de búsqueda, le dijo que le llamara media hora después. Mientras, se comunicaría con el secretario de Seguridad Pública Alejandro Gertz Manero.

A las 2 de la mañana, Leonardo Beltrán Santana volvió a llamar a Enrique Pérez Rodríguez para informarle que no habían encontrado al prófugo y que ya había notificado el hecho a las autoridades competentes.

Pérez Rodríguez llamó a Tello Peón, y en vez de que el subsecretario citara al director general de Prevención y Readaptación Social inmediatamente, le dijo que lo vería en hora y media en el hangar de la PFP en el aeropuerto de la Ciudad de México. Ya eran las 3:30 horas.

El avión despegó hasta las cinco de la mañana. Tello Peón y Pérez Rodríguez arribaron al penal de Puente Grande hasta las 6:30 horas. Cinco horas después de que Tello Peón fuera notificado de la fuga. Cinco horas en las que no se organizó un operativo de búsqueda.

Estos dos funcionarios no fueron investigados ni sancionados. Discretamente renunciaron a sus cargos semanas después de la fuga.

“El Chapo” sigue libre. Y de acuerdo a la revista Forbes, sus negocios del narcotráfico lo han convertido en ocho años en uno de los hombres más ricos del mundo. Ocupa el lugar 701

1 comentarios:

Unknown dijo...

Exelente sitio, informacion muy buena para el publico

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