Por ING. RICARDO RAMÍREZ MONTAÑANA
EL PRESENTE Y LA “DELINCUENCIA ORGANIZADA”
La trasformación o Evolución
Con la muerte o encarcelamiento de los grandes capos o “padrinos” y sus sucesores los de primera y segunda generación, “evoluciona” también un estilo para operar el tráfico de drogas ilícitas en México.
Hoy el narcotráfico continúa a gran escala pero con bajo perfil, es decir con pequeños pero prósperos empresarios, bien disgregados entre la sociedad, quienes a su vez subcontratan a los “burros” ó transportistas quienes bajo su cuenta y riesgo hacen llegar hasta las diferentes ciudades de destino en los Estados Unidos, los pequeños pero continuos cargamentos de droga, encargándose ellos mismos del traslado de las mercancías, los cobros, el acarreo del dinero y los respectivos pagos a los dueños, obteniendo por ello, los “burros” ó transportistas un porcentaje de las utilidades.
Con nuevas reglas de operación y nuevos jefes por lo general de bajo perfil y aunque algunos de ellos son de los más buscados por las autoridades, la mayoría de éstos se han involucrado y confundido entre los círculos de la industria, el comercio e incluso del Gobierno pero sin mostrar su poder, utilizando medios menos aparatosos pero mas violentos que los de sus antecesores, para ello son reclutados narcomenudistas locales y/o policías de bajo nivel, pero que a su vez el mismo perfil los hace ideales para realizar funciones de sicarios, sin la necesidad de tener que mantener grandes cuerpos y sistemas de seguridad por tiempo completo para su protección, utilizando el personal reclutado solo para trabajos “especiales”. Este sistema, les permite permanecer con custodia permanente de tipo “oficial” a bajos costos y con la seguridad de que pueden realizar sus actividades cotidianas, permaneciendo en un rol de rutina normal para la población en general, auxiliándose de sistemas de comunicación de bajo costo, desechables y relativamente seguros.
Es aquí donde México vio nacer a las nuevas estructuras de narcotraficantes, otra forma de operar con mayor fuerza y mas violenta. La antigua red de garantía que certificaban los “altos niveles” del gobierno y de las policías federales y estatales, fue asumida por policías de bajo rango y con un bajo perfil, sobre todo por los cuerpos de seguridad pública de los estados y municipios. Los cárteles mexicanos de la droga han dejado de recurrir cada vez más, a la protección de altas autoridades corruptas, a nivel federal y estatal, para que les garanticen la seguridad de sus actividades y han comenzado a crear sus propios cuerpos represivos, de seguridad e inteligencia (acopio de información) para proteger su industria.
Para éstas pequeñas organizaciones no es fácil sostener aparatos de seguridad de 50 o mas miembros, sobre todo cuando éstos dependen en exclusiva de las ganancias del narcotráfico a baja escala y no de otras actividades criminales como “Los Zetas”.
Mientras los nuevos sicarios realizan sus “trabajos” de cobranza y custodia, al mismo tiempo mantienen informados a sus patrones de los posibles operativos y de las incursiones de otros grupos delictivos en las zonas de influencia de ellos.
La nueva generación de narcotraficantes es mucho más discreta, los grupos rara vez suman más de 20 miembros. El narcotraficante de la actualidad es miembro de organizaciones muy pequeñas y sutiles, ya no viste con calzado lujoso, ni reloj Rolex, o cadenas de oro y una pistola en el cinto. Las utilidades del negocio tienden a ser repartidas menos equitativamente. Hay menos dinero en la parte baja de la pirámide criminal y pocos deseos o no hay necesidad de seducir a grandes políticos y al sistema judicial con crecidas sumas de dinero.
Los narcotraficantes de hoy en día son mucho más difíciles de atrapar. Algunos especialistas estiman que la mayoría tiene entre 20 y 40 años de edad, que no tienen antecedentes criminales, se desenvuelven, se disfrazan y se despistan trabajando a través de pequeños negocios legítimos.
Los transportistas o burreros esconden o “clavan” la droga en lugares poco usuales como pequeños compartimientos o “clavos” en vehículos de tipo familiar y tras arribar a sus destinos desclavan o recuperan los paquetes y los entregan a sus clientes, esto es algo típico del nuevo rostro del negocio de la droga en México. Los días en que ésta industria era dominada por los grandes cárteles, están quedando atrás.
En la actualidad, esta lucrativa industria negocia con todo tipo de drogas, contrabandos, armas, piratería, pornografía, tráfico de personas, de órganos, terrorismo y se ha fragmentado en cientos de pequeñas organizaciones anónimas ó células que son más violentas y productivas que nunca y recientemente se les ha asociado con el nuevo “crimen organizado”.
Efectos
La inseguridad pública y la delincuencia organizada han pasado a ser una complicación, al grado de que una de sus expresiones como es el narcotráfico con todos sus alcances, ha sido considerada una amenaza a la seguridad nacional.
Otro efecto, es que a falta de una buena planeación de lucha contra la “delincuencia organizada”, desde un punto de vista integral, holístico y en consecuencia la consumación de operativos que sólo tienen objetivos limitados e inmediatos, mas bien en respuesta a los ataques de la delincuencia y esas acciones no son encaminados a atacar el problema desde la raíz, con una adecuada planeación.
A falta de mejores estrategias en materia de prevención, vigilancia y seguimiento sobre los resultados en esta lucha por parte de las instancias encargadas de ello, con una visión a corto, mediano y largo alcance, Son las principales debilidades que enfrenta el gobierno, para combatir la “delincuencia organizada”.
Esto sigue siendo en general el gran reto, ya que el poder de estos grupos de delincuentes, sigue incrementándose pese a las acciones del Gobierno.
En virtud de la postura de las autoridades quienes en su afán de publicitar grandes resultados en esa lucha se han esmerado en descabezar a las organizaciones delictivas, mas no en desarticular su estructura desde sus bases por lo que al desbancar una cabeza de alguna organización, ésta se reagrupa y surgen varias células mas pequeñas pero con el mismo poder criminal que rápidamente se reorganizan y se vuelven mas violentas para poder permanecer activas.
Desde este punto de vista, es prioritario iniciar recíprocamente a ese esfuerzo, planes estratégicos menos ambiciosos, pero a su vez mas radicales y encaminados a eliminar las bases de la “pirámide criminal”. ya que estas bases son los eslabones mas endebles de las cadenas y sería mas comprometido para los lideres emergentes, el reclutamiento de nuevos miembros y a su vez sería muy costoso para éstos el salvar o librar los problemas legales de estos menores miembros de las organizaciones, mermando de ese modo el progreso de la célula u organización.
Acentuación de la delincuencia
Desde luego que los delitos cometidos por la delincuencia organizada, no pueden explicarse en México, sin el crecimiento que ha observado el crimen en todas sus modalidades.
El “crimen organizado” ha estimulado la delincuencia común, realizada por delincuentes que pueden ser habituales o eventuales, quienes actúan en asociación o individualmente y en gran parte debido al crecimiento de las adicciones con drogas mas poderosas y adictivas que envuelven a la sociedad en un clima de inseguridad, que se manifiesta en todas sus modalidades, los crecientes niveles de inseguridad pública se deben principalmente al aumento acelerado de la criminalidad en muy pocos años.
Especialmente el tipo violento de delitos, con gran impacto en la sociedad, la victimización repetitiva de la población en general y sobre todo a la gran impunidad existente, aunado al burocratismo de las denuncias que puedan presentar los ciudadanos para atenuar ese clima, que en realidad son problemas de inseguridad pública, pero que debido a la poca información que manejan las autoridades y al afán publicitario de los medios de comunicación, se logra atemorizar a la población, tratando de desvirtuar la realidad, involucrando los problemas de inseguridad pública con los derivados de la delincuencia organizada, logrando infundir un temor generalizado entre los habitantes, derivándose con ello otros fenómenos en cadena que generan un aumento de la delincuencia.
El fenómeno de la “Victimización”
Según el Instituto Ciudadano de Estudios Sobre la Inseguridad (ICESI) y la Cuarta Encuesta Internacional Sobre Inseguridad Urbana, en 2006 los ciudadanos desconfían mas de los ministerios públicos que de los policías; De las corporaciones policíacas, se confía mas en las federales que en las estatales; Casi la mitad de los ciudadanos perciben que la delincuencia ha aumentado; y lo mas alarmante es “la cifra negra” que ha alcanzado niveles del 87% ya que en promedio solo se denuncian 13 de cada 100 delitos. En un estudio comparativo, realizado por el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados, se encontró que en seis diferentes encuestas nacionales (incluyendo dos del propio ICESI) coincidieron en estimar la cifra de delitos denunciados en 34 por ciento durante el periodo entre 1999 y 2004.
De acuerdo con los resultados de la Cuarta Encuesta Nacional Sobre Inseguridad, por cada delito que se denuncia existen otros siete que no. En otras palabras, las autoridades sólo conocen 12 ó 13 por ciento del total de los delitos que se cometen mientras que, de acuerdo con el propio ICESI, el promedio mundial de delitos denunciados es de alrededor de 33 por ciento.
Como se puede observar, la disparidad sobre el porcentaje de delitos denunciados y no denunciados resulta muy amplia, lo que hace imperiosa la necesidad de incrementar la cultura de la denuncia y de mejorar las áreas de prevención del delito de las Instituciones de Seguridad Pública del país.
Un dato preocupante también esta conformado por el alto índice de victimización, ya que del total de las víctimas, el 27% de ellas sufrieron dos o mas delitos, y dentro de este grupo, al 80% los atacaron los mismos delincuentes ya que se trata de criminales frecuentes o habituales quienes tienen la seguridad que no serán denunciados.
El Ministerio Público
Existe una gran demora en el ámbito de la Procuración de la Justicia, especialmente en el Ministerio Público donde las cifras indican que solo se inicia la averiguación previa en menos del 20% de los casos denunciados y al razonar en el uso de las drogas como una forma inofensiva de diversión, ya que por el solo hecho de declararse adicto ante el ministerio público son puestos en libertad los miles de viciosos que son detenidos, dejando entrever, en apariencia de la población en general, que estas personas claramente identificadas como viciosos y delincuentes, corrompen a las autoridades y obtienen su libertad de inmediato, desalentando a la ciudadanía a denunciar los delitos que cometen, por temor a las venganzas, ésto sin tomar en cuenta, que el uso de drogas, está estrechamente ligado a la mayoría de los problemas de inseguridad pública, que afectan a la mayoría de los ciudadanos, con éstas referencias podemos entender porque los delincuentes, no solo se atreven a seguir cometiendo delitos, sino que también siguen afectando a las mismas víctimas.
La labor de las autoridades facultadas en la investigación y persecución de los delitos ha dejado mucho que desear, con solo observar el efecto de las denuncias presentadas ante el Ministerio Público, podemos concluir que en éste aspecto estamos muy atrasados y se suaviza cualquier acción tendiente a sancionar a los verdaderos delincuentes.
Tomando en cuenta que del total de Averiguaciones Previas iniciadas, en el 49% no sucedió nada, un 26% se encontraban en trámite y únicamente en el 17% se detuvo al presunto delincuente, quien quedó libre en el 10% de los casos y en el 7% de las indagatorias la acusación no procedió.
Destacan entre los motivos por los que las víctimas del delito no lo denuncian, el hecho de que consideran pérdida de tiempo acudir ante el Ministerio Público y por desconfianza en las autoridades encargadas de llevar a cabo las acciones investigadoras.
Esto ha ayudado a aumentar la desconfianza de la sociedad en nuestras autoridades y crean pesimismo y apatía en contra de la denuncia, creando un ambiente propicio para la propagación del crimen.
Impresión obscura de la Policía
Otra problemática en torno a la inseguridad, es que se aprecia que la policía en nuestro país es represiva y poco dispuesta, aunado al hecho de que los elementos reclutados, con frecuencia son de bajos niveles académicos, sin previo estudio de capacidades, sin un programa adecuado de adiestramiento y formación, y con un salario muy bajo.
Según la encuesta realizada por el ICESI, la percepción que la ciudadanía tiene respecto a la policía es de una gran desconfianza, ya que 7 de cada 10 personas manifiestan tener poca o ninguna confianza en las autoridades policíacas. Asimismo una de cada 10 personas encuestadas, manifestó que un policía le solicitó un soborno.
Debemos comenzar a actuar de manera mas directa y responsable en el tema de Seguridad Pública, ya que si bien es la principal obligación del Estado, es en nuestro beneficio vivir en un país seguro y con justicia, además de que la inseguridad resulta muy costosa para el país, toda vez que se estima que los crímenes representan alrededor de 15% del Producto Interno Bruto, es decir, aproximadamente 108 mil millones de dólares al año.
Se debe dar libertad a los cuerpos de policía del país para la adecuada persecución de los delitos en una forma expedita, esto con la adecuada instrucción, sin necesidad de mediar en el momento la orden ministerial correspondiente, pero con el compromiso de la parte quejosa de apegarse a lo establecido en las leyes para formalizar las denuncias.
Impartición de justicia
La impartición de justicia en México, se ha convertido en un serio problema debido a la falta de claridad en los procesos, a “la corrupción”, los juicios siguen un proceso de mucho tiempo, y en pocos casos el juez conoce realmente los expedientes. Esos elementos, ocasionan que obtengamos sentencias injustas, tardías y que no satisfacen el interés de las víctimas en la reparación del daño sufrido.
La impunidad ocasiona que la criminalidad vaya en aumento, si partimos de que sólo el 23% de los delitos se denuncian, y que se imponen sentencias condenatorias a los responsables de sólo 9 de cada 100 delitos denunciados, el porcentaje de delitos cometidos y sancionados es del 2% (por lo que el porcentaje de impunidad es del 98%). Situación de mas alarmante y visto desde una aspecto firme, estas cifras, se convierten en uno de los grandes retos de todo el sistema de impartición de justicia, teniendo que pugnar por invertir estas cifras y por ende los casos de impunidad y de suavidad en la impartición de la justicia.
Los juicios se han convertido en una copia de los episodios de la averiguación previa, existiendo un enorme formalismo que retrasa las diligencias, y no ofrece soluciones justas para los problemas de los ciudadanos víctimas de la criminalidad.
FUENTE: LOSTUBOS.COM
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