1 COMANDO, 2 ARMAS, 27 ATAQUES Y 61 MUERTOS
Un repaso por algunos de los crímenes más sobresalientes en 2008 muestra la capacidad de los grupos organizados del narcotráfico para planear sus ataques, asegurar su eficacia, enfrentar a las fuerzas policiacas con éxito funesto y, después de todo esto, volver a atacar, tal vez con los mismos hombres, seguramente con las mismas armas.
En días pasados,
Días más tarde, el propio procurador confirmaría la nota, al atribuir a un comando armado la ejecución de 60 personas, entre civiles y policías, de acuerdo con 25 expedientes levantados.
Un seguimiento de Ríodoce logró establecer que no fueron 25 sino 27 los ataques en los que se detectó el uso persistente de algunas armas, sobre todo dos: un fusil AK-47 y un AR-15, dejando como saldo 61 víctimas y una cantidad (indeterminada) de heridos.
2006: el primer eslabón
La primera pista de
Días después, el caso descansaba en los archivos.
Muerte en Las Quintas
Exactamente un año después, los servicios forenses de
En la refriega resultó herido un vigilante de la gasolinera ubicada por la avenida Eldorado. Los jóvenes asesinados fueron Hugo Alfredo “N” de 17 años y Dalton Iribe Beltrán de 19, los dos originarios de El Pozo, sindicatura de Imala, lugar donde meses después aparecerían las mismas armas en otra matanza. En el ataque, informó
De acuerdo con el informe oficial, el doble homicidio ocurrió a las 13:15 horas sobre el bulevar Eldorado y la calle Los Álamos, en Las Quintas. Hugo Alfredo y Dalton transitaban de sur a norte en un auto Nissan, Áltima, con placas VWS53735 de Sonora. Al llegar a la esquina fueron interceptados por sicarios que viajaban en una camioneta de color oscuro. Los gatilleros se emparejaron al Áltima y empezaron a dispararles.
Hugo Alfredo, quien conducía el auto, se metió al estacionamiento de una gasolinera, bajó del vehículo y corrió para huir del ataque, pero fue alcanzado por los disparos.
Los gatilleros terminaron por rematar a Iribe Beltrán, quien quedó destrozado a balazos en el asiento del copiloto. Los peritos recogieron del lugar solo cascajos de AK-47.
Al hacer los estudios comparativos de los cascajos resultó que una de las armas había sido utilizada, al menos, para matar al taxista Martín Lizárraga, un año antes.
Una a una, las pruebas de percusión, extracción, obturación y expulsión, arrojaron el mismo resultado: en el asesinato del taxista y en el ataque de Las Quintas, había tableteado el mismo cuerno de chivo.
Bestial ataque en El Pozo
Este sería el primer eslabón que permitía a los peritos de
Después, al encadenar otros ataques, siempre con víctimas mortales, encontrarían otro elemento en común: en varios de ellos gravitaba, además del cuerno de chivo, otro fusil: un AR-15, que en la jerga criminal llaman chanate.
En el registro de
El Pozo es una comunidad fundada hace 200 años en una hondonada al pie de la sierra, en el camino que lleva a Imala. Los peritos recogieron del lugar más de 500 cascajos, todos de cuernos de chivo y AR-15.
Domingo de resurrección
Otro hecho con la misma crueldad fue el que ocurrió en la colonia Las Cucas dos días después, en la coronación de
La masacre fue el 23 de marzo, Domingo de Resurrección. Esa vez, las víctimas fueron identificadas como Fidel Vargas González de 51 años y su hijo Juan Carlos Vargas González de 23 años. También fueron asesinados los sobrinos de Fidel: Aarón Vargas Peñuelas de 22 años y Noé Vargas Meza de
Las víctimas jugaban baraja debajo de un árbol en el patio del domicilio, donde había varios vehículos último modelo. Hasta ahí llegaron los asesinos en varios vehículos. El resto fue ruido de fusiles, olor a pólvora y a carne quemada. Del lugar, peritos de
Cuando los peritos hicieron los comparativos de los informes de laboratorio, encontraron que, efectivamente, en las matanzas de las Cucas y la de El Pozo había sido usada, entre otras, al menos una misma arma, el cuerno de chivo. Luego comprobarían que era la misma de los otros crímenes, el del taxista y el de los dos jóvenes de Las Quintas, eslabones de la misma cadena.
Las vegas. Madrugada infernal
Pero era apenas el principio. El cuerno y el chanate, indetenibles, seguirían rugiendo cada vez con mayor poder destructivo. Después la actividad criminal tendría un auge debido al entallamiento de la guerra entre los cárteles de Sinaloa.
De acuerdo con
Ahí los hechos empezaron en la colonia Rosario Usárraga, cuando un grupo de sicarios perpetró un ataque contra dos jóvenes a los que dieron muerte, y fue detectado por una patrulla de policías federales, dándose una persecución que a la postre resultaría costosa para los agentes. Al llegar a un recoveco de la colonia Las Vegas, los policías cayeron en una emboscada. Un comando de gatilleros los esperó. Desde un solo punto fueron abatidos cinco agentes cuando apenas se bajaban de su unidad. Caerían dos más en la refriega posterior, que duró más de cinco horas. En el enfrentamiento, murió un sicario.
Cuando los peritos pasaron al laboratorio los cientos de cascajos percutidos por la banda criminal, se dieron cuenta que entre ellos había varios que habían sido quemados con la misma arma con que se había asesinado al taxista, a los dos jóvenes en Las Quintas, y que había participado en las matanzas de El Pozo y de Las Cucas. El mismo cuerno.
Matan a Ricardito
Veinte días después, el 17 de junio, volverían a aparecer las huellas mortales del cuerno. Apenas había amanecido cuando se perpetró un ataque contra un policía ministerial en el cruce de las calles Álvaro Obregón y José María Cota, en los límites de las colonias 6 de Enero y Arboledas. Un comando armado ejecutó al agente Ricardo Beltrán Villa de 32 años, alias Ricardito, quien estaba asignado desde años atrás a los sobrevuelos que realiza en helicóptero
Los asesinos viajaban en una camioneta Liberty y se dieron a la fuga con rumbo al oriente de la ciudad. Cuando pasaban por
De los dos hechos eslabonados,
La muerte regresa al Pozo
La cadena tendría más eslabones y más sangrientos todavía, según las indagatoria de
Guerra demente
El cuerno y el chanate no tenían reposo. Entre masacre y masacre fueron apareciendo en hechos de menor impacto, pero igualmente mortales, causando muertes y sumando heridos. No se ha establecido si los gatilleros eran los mismos, pero
El 10 de julio Culiacán vivió una de las jornadas más sangrientas de 2008. Y si no fue la más sangrienta fue, con toda seguridad, la más injusta. Todo ocurrió en ocho minutos, que bastaron para dejar al paso una estela mortal, maloliente y terrorífica. Un poco menos de un kilómetro a la redonda: once muertos, entre ellos dos policías, dos catedráticos, un menor de edad...
Todo ocurrió poco después de las 11 de la mañana. Un grupo descomunal de gatilleros llegó al taller mecánico Mega 2000, ubicado en Río Ameca 1760, entre Guillermo Prieto y Jesús Terán, en la colonia Ejidal, también llamada Los Pinos. El taller, se dijo, era de un sicario del cártel de Sinaloa y le hacía trabajos de carrocería y pintura a las corporaciones estatales y federales de Policía. Una patrulla de
Eran alrededor de 70 sicarios que llegaron al taller a bordo de 10 unidades. Entraron disparando y dejaron a nueve hombres regados en el piso, adentro y afuera del establecimiento. La mayoría de ellos eran clientes inocentes.
En el interior del establecimiento quedaron seis de los cuerpos, uno de ellos de un menor de edad que trabajaba en el taller. Afuera otros tres, dos de ellos, padre e hijo, catedráticos de
En la retirada los sicarios siguieron un comportamiento afrentoso, ufano, de reto. Pocas cuadras más adelante se toparon con dos unidades de
La numeraria mortal indicó esa vez que en el lugar —en la colonia Ejidal y por el bulevar Zapata— fueron disparadas cerca de 300 balas: 246 casquillos calibre 7.62, para fusil AK-47 y 42 calibre .223, para AR-15: Además se localizó un cargador con 48 cartuchos útiles para .223.
Cuando los peritos de
Y los que faltan…
Solo se acumulaban los datos y se amontonaban los muertos en los expedientes.
FUENTE: RIODOCE.COM.MX
1 comentarios:
El chanate apareció colgado del brazo de Chalito Araujo y el mismo día que murió Arturo el botas blancas.
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