MUJERES MILITARES: EL MISMO RIGOR, EL MISMO TEMPLE
Las mujeres encontraron su lugar en el Ejército mexicano. Sin distinciones, junto a sus compañeros varones, comparten responsabilidades, el rigor de la actividad física, y también el deseo de escalar en jerarquía, de llegar a tener algún día grado de general.
Hasta diciembre de 2009 la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) contabilizó a 10 mil 204 mujeres como miembros de las fuerzas armadas, en diversas áreas, 3 mil 911 más que las 6 mil 293 que había el 1º de diciembre del 2006 cuando inició el actual sexenio.
La administración de Felipe Calderón prevé que para el 2012 sean 12 mil 400 las militares, pero su expansión en el gremio ya se siente con fuerza, desde el Colegio Militar hasta el Estado Mayor.
EL UNIVERSAL entrevistó a cuatro mujeres que se están abriendo paso en las fuerzas armadas, tanto a nivel estudiantil como profesional, todas con alto grado dentro de su área.
Compartiendo el entrenamiento para el combate con uniformes camuflajeados y armas de alto calibre, en clases teóricas de matemáticas aplicadas, en reuniones de directores a nivel Estado Mayor o en juzgados militares, las entrevistadas luchan por concretar sus objetivos profesionales a la par de su desarrollo como personas.
Ninguna regla actual en el Ejército limita que las mujeres formen parte de alguna unidad de combate en terreno, es decir, Infantería o comandos de operaciones especiales, pero hasta ahora no existe un elemento femenino participando en esas tareas, informó la Sedena.
No obstante, dado el entrenamiento para el combate que se les proporciona, ellas están plenamente capacitadas para respaldar a sus unidades en situaciones de alto riesgo.
Tradición familiar castrense
Nacida en el seno de una familia con tradición castrense, Ivonne Adilere Galindo Perales estudiar en el Colegio Militar, el mismo lugar en el que lo hizo su padre. De manera paralela, se especializará en Administración en Intendencia, carrera equivalente a la licenciatura en Administración que se imparte entre civiles.
El Colegio Militar, dice, anteriormente se consideraba sólo para hombres. Ivonne es ahora cadete de primera y cursa el segundo año de su carrera, mezclándose con sus compañeros varones.
"Corremos con ellos, nadamos con ellos, inclusive pasamos al comedor con ellos, todo el tiempo nos la pasamos conviviendo con ellos, el único lugar donde únicamente estamos nosotras es en el alojamiento", agrega.
Sentada sobre su cama en el dormitorio femenino, el único en todo el Colegio Militar, Galindo Perales habla de la organizada agenda a la que están sujetos todos los estudiantes y que comienza a las 5:20 de la mañana, con clases por la mañana y tarde en tiempo compartido con deportes, una sola visita familiar los jueves y sus días de descanso de fin de semana cuando no le toca a su compañía hacer guardia.
Su vida ahora es diferente debido a las normas establecidas para todos los cadetes, y su propia autodisciplina que la ha llevado a decidir que por ahora sólo estudiará y dejará para después de su graduación la posibilidad de tener una relación de pareja.
"Desde que estaba fuera me dedicaba a trabajar, creo que salí a muchas fiestas la verdad, casi no estaba en casa y convivía mucho con mis amigos. Ahorita por ejemplo la mayor parte del tiempo que puedo salir lo dedico a estar en mi casa, antes posiblemente no platicaba mucho con mi mamá, ahora sí llego y platico mucho con ella. Cosas que quizá no valoraba mucho, ahora las valoro demasiado", expresa.
En el Colegio Militar, sus pertenencias se limitan a una cama, un guardarropa con sus uniformes, zapatos, fotografías y artículos personales, todo perfectamente ordenado. "Acostumbrarse al encierro es difícil", acepta.
Su familia vive en Querétaro. Su madre la visita una vez al mes, y ella tiene oportunidad de viajar a su casa solamente en una ocasión en el mismo periodo.
Habla por teléfono un día a la semana con sus seres queridos, pero trata de mantenerse en contacto con mensajes de texto desde su celular, el cual que sólo puede usar dentro del dormitorio.
"A veces uno se tiene que acoplarse a lo que uno tiene, y desgraciadamente el pasaje a mi casa es muy caro. Gastar 400 pesos, la verdad no cualquiera puede hacerlo", expresa.
Con 114 pesos que semanalmente se les proporciona en el Colegio Militar, los cadetes tienen que comprar sus artículos de aseo personal, pasajes, o pagar alguna diversión. Al no contar con familiares en el DF, hermanos y padres de otras compañeras consideran a Ivonne un pariente más y la visitan cada jueves.
Día a día, sus asignaciones académicas se mezclan con el entrenamiento militar. Aborda materias tradicionales de la Administración, pero también lleva a cabo prácticas de tiro con armas de diferentes calibres.
"El grupo de Intendencia se compone por 11 hombres y 11 mujeres, somos un grupo de 22, de hecho somos el más numeroso. Yo creo que no hay ninguna diferencia entre si somos hombres o si somos mujeres", dice.
Ivonne desea ampliar su preparación, siempre dentro de los planteles del Ejército, al mismo tiempo que va escalando en jerarquía, en grados militares.
"La ventaja del Ejército es esa. Se tiene la oportunidad de llegar hasta donde uno quiera", declara.
Futura Ingeniera Constructor
No solo será la primera mujer que tenga la oportunidad de realizar un proyecto de construcción en el Ejército, sino también la primera en aspirar, en su rama, al grado de general de División.
La cabo de cadetes Dalvy Quetzalli Aquino Flores, estudia en la Escuela Militar de Ingenieros la licenciatura de Ingeniero Constructor, y es la única mujer en su grupo, que incluye también a tres compañeros hombres.
La carrera donde predominan los estudiantes varones, tanto en el medio civil como en el militar, fue elegida por Darvy Aquino desde que estaba en su natal Oaxaca, pero decidió realizarla en las fuerzas armadas porque su aspiración es innovar en la ingeniería militar.
Como el resto de los cadetes vive dentro de las instalaciones de la Escuela Militar de Ingenieros, tiene 20 años de edad, y aún recuerda que los exámenes para poder ingresar a la licenciatura fueron difíciles, especialmente los físicos por no haber tenido previamente un acondicionamiento, pero en los tres años que lleva de estudios nunca ha recibido un comentario negativo de parte de algún cadete.
La relación con ellos, dice, es armónica "nos apoyamos en las materias, mis compañeros no me dicen que yo no puedo hacer algo que ellos no puedan hacer, soy capaz yo se los he demostrado".
Su campo de trabajo abarca la construcción de cuarteles generales, batallones, hospitales, unidades habitacionales, que pueden ser ahora sustentables al aprovechar el agua a través de dispositivos o la energía mediante celdas solares, por lo que parte de su proyecto es lograr avances en ingeniería militar.
En términos jerárquicos, al graduarse, Darvy Aquino será capitán primero y podrá dirigir una compañía. Es la primera mujer en su área con posibilidades de llegar a ser general de División.
Para ella no hay diferencia entre un ingeniero militar hombre o mujer, "si yo le demuestro a mi personal que sé cómo se hacen las cosas y que puedo dirigir en este caso una obra, sé que ellos van a confiar en mis decisiones", afirma.
Aquino antepone su desarrollo profesional en su vida, pero no descarta formar una familia a futuro, y está convencida de que como mujer puede compaginar ambos aspectos dándole a cada uno de ellos su tiempo, algo que su novio —quien no es miembro del Ejército— entiende y apoya.
En su desarrollo profesional, le quedan claro los riesgos, incluyendo la posibilidad de que algún proyecto pueda ser en un lugar peligroso y en ese momento sabe que su entrenamiento militar le permitirá enfrentar la situación.
"Si entre nuestras misiones está el defendernos por medio de las armas, estamos dispuestas a hacerlo", dice.
Justicia Militar
Su formación profesional fue en el medio civil, pero al decidir por un trabajo no dudó que su proyecto estaba en el área castrense y actualmente la teniente coronel Montserrat Calderón Islas es Secretaria de Acuerdos, la posición más influyente antes de ser juez.
Egresada de la licenciatura en Derecho por la Universidad Autónoma Metropolitana, Montserrat Calderón lleva 19 años en el ejército y durante su trayectoria en el fuero militar ha estado en el Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas de México (IMSSFAM), ha sido proyectista en el Supremo Tribunal Militar y desde hace casi dos meses es Secretaria de Acuerdos en el Juzgado Sexto.
La gama de casos que ha llevado Calderón Islas van desde delitos contra la salud, pasando por todos las tipologías que atentan contra la disciplina militar, además de atentados contra los derechos humanos.
"Considero que hay un desconocimiento pleno afuera de lo que es la justicia militar. Se ha criticado mucho, se ha dicho que se solapan conductas delictivas, que se solapa al personal, principalmente se ha criticado eso para decir que debe desaparecer el fuero militar, la jurisdicción militar", expresa.
En este sentido, afirma que en la justicia militar se aplica el Derecho, además de que no es la única instancia, ya que dentro del proceso hay otras que pueden revisar los fallos que se dan por parte de los jueces militares.
"Entonces no queda como una atribución exclusiva del juez militar para resolver, tenemos vía amparos otros recursos, entonces no podemos hablar de un fuero de privilegios. Al contrario, el militar está sujeto a dos fueros, no sólo el militar, sino también el fuero federal y el fuero común, y en ese sentido no hay impunidad. Creo que hay un desconocimiento afuera", detalla.
Para la abogada militar, el Ejército es un área que los abogados deberían de considerar, además de que el ejercer en las Fuerzas Armadas también le ha permitido desarrollarse personalmente como esposa y madre.
El campo de trabajo en la justicia militar, afirma, es amplio "como asesor del mando en las distintas jurisdicciones, en este caso como secretaria de acuerdos, como juez, como proyectista en el Supremo, y poder llegar a ser Magistrado, director de Justicia, Procurador".
Por ello, Monserrat aspira a ser Procuradora de Justicia o Magistrada, ascender lo más que pueda en la jerarquía militar , y seguir cumpliendo su rol de esposa y madre.
En Justicia Militar hay 394 miembros, 55 de los cuales son mujeres, una general Brigadier, la teniente coronel Calderón Islas, 51 mayores, una capitán segundo, y una teniente.
Monserrat Calderón está consciente de que por las disposiciones militares puede ser enviada a otra entidad, lo que implica un cambio de vida para su familia, y que además los retos son muchos para seguir ascendiendo porque los exámenes cada vez son más exigentes, las plazas más restringidas y se compite en igualdad con los abogados varones.
Estado Mayor
La teniente coronel Sandra Patricia Pérez López ha recorrido el Ejército desde las bases en el Colegio Militar, y posteriormente en la Escuela Militar de Enfermeras, de donde se graduó, para después estudiar la licenciatura en Administración de Empresas, lo que le permitió trabajar en diversas posiciones hasta llegar a ocupar actualmente una posición a nivel de dirección en el Estado Mayor.
Sandra compagina su trabajo como Directora de la Casa de Cultura del Ejército y la Fuerza Aérea, con su rol de mamá y esposa -su marido es mayor del Ejército-, además de estar cambiando periódicamente de entidad.
"Lo que a mí más me gustaría es estar en cargos con toma de decisiones dentro de la fuerzas armadas, me gustaría mucho seguir avanzando en la oportunidad que haya en el medio. Por ejemplo una dirección en el Centro de Estudios del Ejército, continuar en actividades de análisis en el Estado Mayor de la Defensa, ser directora de la Escuela Militar de Enfermeras hay varias opciones para seguir ejerciendo y tomando decisiones", expresa con energía.
Dentro del área de enfermeras el grado tope es teniente-coronel y la Secretaría de la Defensa Nacional analiza permitir ascensos hasta coronel, algo que a ella le agradaría conseguir.
Conforme los grados militares son mayores, "las vacantes se reducen, hay que estudiar mucho para poder acceder al grado, ocupar un buen lugar y acceder a la vacante que son muy reducidas", explica Sandra Patricia Pérez López.
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